Los expertos han demostrado como la no hidratación afecta al rendimiento y a la función cerebral en todas las personas. Y más en nuestros mayores. Con la edad, el cuerpo pierde el instinto de tener sed y por lo tanto se disminuye el consumo de agua.
Por este motivo, las personas que superan los 60 años de edad son vulnerables a este problema. No deben esperar a sentir sed para beber. La ingesta ideal de agua es de 2.5 litros en los varones y 2 litros en las mujeres.
Sin embargo, estas cifras son orientativas, ya que con lo cambios que se producen en el organismo a causa de la edad y el consumo de determinados medicamentos, pueden dar lugar a una disminución del balance de hidratación saludable. Esto se traduce en graves consecuencias para la salud.
Otro de los motivos para hacer más hincapié en la hidratación reside en que, entre los 60 y 80 años, el cuerpo posee un 10% menos de agua en relación con el total cómputo del peso corporal en comparación con un treintañero. Por ello, también se convierten en personas de riesgo ante una posible deshidratación.
Otros factores: