En las primeras etapas de la vejez, cuando las limitaciones de la persona dependiente aún no son muy evidentes, la mayoría de las familias optan por hacerse cargo del cuidado de los mayores en casa. Al fin y al cabo, esta es la mejor manera de garantizar un entorno conocido y amable en el que la persona se siente cómoda y sus rutinas no sufran una transformación radical. Nos referimos a un momento en el que la persona asistida todavía puede moverse con cierta libertad, asearse e incluso prepararse su propia comida.
En el siguiente estado ya empiezan a vislumbrarse algunas limitaciones. A medida que pasa el tiempo surgen otras necesidades y exigencias cuya complejidad sólo se conoce una vez que se pasa a la acción. Para atender estas necesidades, acude a Residencia Las Matas.
Hacer frente a estos cambios implica un nuevo planteamiento de las rutinas diarias para sobrellevar la situación de la mejor manera posible sin que esta absorba todo nuestro tiempo y energía. Con todo, cuidar de una persona mayor puede ser una tarea gratificante siempre y cuando se cumplan unos requisitos básicos.
Que una persona mayor dependiente haya perdido parte de sus capacidades no la convierte en inútil. De hecho, es necesario fomentar la autonomía del familiar en la medida de lo posible para evitar un deterioro acelerado de sus capacidades cognitivas y físicas.
Es importante mantener las relaciones sociales y familiares, compartir problemas e inquietudes y encontrar un espacio propio más allá del cuidado de la persona dependiente sin sentirse culpables por ello. Lo ideal es hacer una planificación de las tareas que hay que desarrollar y distribuirlas equitativamente entre todas las personas implicadas.
Uno de las máximas en la asistencia a personas mayores es la de cuidarse para cuidar. No descuides tu salud, tu aspecto, tu necesidad de descanso y de tiempo libre. Si tú no te sientes con energía para sobrellevar la situación, tampoco podrás garantizar el bienestar de la persona a tu cargo.
Tanto con el adulto mayor como con el entorno. La comunicación es una herramienta fundamental no sólo para entender las demandas y exigencias de la persona que tenemos a nuestro cuidado sino para dar a conocer nuestras necesidades, opiniones y sentimientos.
Por un lado nos referimos a aspectos cotidianos como manejar caídas o accidentes comunes, tener controlada la medicación o proporcionar una alimentación adecuada. Por otro, a cuestiones prácticas como el acceso a las ayudas a la dependencia de cada comunidad autónoma o al cobro de alguna prestación económica por encargarse del cuidado de un familiar en estas circunstancias.