Para continuar con nuestro post sobre la neumonía en ancianos hoy continuamos explicando sus síntomas y el cuidado que hay que dar a las personas mayores que sufran esta enfermedad. ¡Sigue leyendo!
Por la forma en cómo se manifiesta, la enfermedad en cuestión puede ser típica y atípica. A continuación, distinguimos las diferencias de los dos tipos de neumonía:
Los síntomas son algo diferentes a los de la neumonía típica o común. Es una forma menos grave y sus síntomas suelen ser más leves.
En los ancianos, la neumonía puede presentar síntomas que no son de carácter respiratorio, por lo que puede que no se produzca fiebre, tos, esputo, tos seca ni tos crónica, sino alguno de estos otros síntomas:
Los ancianos con patologías previas, como EPOC, insuficiencia cardíaca, enfermedad coronaria, diabetes mellitus o enfermedad renal crónica deben acudir de inmediato al servicio de urgencias ante cualquier síntoma de neumonía.
En las personas mayores que sufren enfermedad de Alzheimer o demencia, los síntomas pueden ser aún más difíciles de distinguir, ya que la confusión puede ser un síntoma previo del paciente. En estos casos, cualquier molestia o cambio en el comportamiento del enfermo debe ser consultado con el médico de inmediato.
Por el contrario, este tipo de neumonía suele tener un comienzo súbito, produce fiebre superior a 38,5º C, se producen con frecuencia escalofríos, temblores, dolor en el pecho y se suele acompañar de tos seca, tos crónica, tos con sangre o mucosidad.
Puede aparecer también dificultad para respirar, inapetencia, fatiga, malestar general y en personas mayores suele ser bastante frecuente la aparición de episodios de confusión.
Sin embargo, en el caso de las personas mayores que sufren neumonía no siempre se presentan estos síntomas. La fiebre aguda, que es un síntoma típico, solo se manifiesta en el 50% de los casos entre los ancianos que padecen neumonía.
Un signo muy típico es el síndrome de la uña blanca o leuconiquia, que son unas manchas blancas que empiezan a aparecer en las uñas de manos o pies.
La neumonía en ancianos se ha convertido en un problema de salud pública, y su diagnóstico en un desafío para los médicos debido a los síntomas atípicos que, con frecuencia, presenta. El actual escenario de pandemia supone un nuevo reto en el abordaje de esta enfermedad y en el papel que desempeñan quienes cuidan de personas mayores en sus domicilios. A tenor de las características de ambas enfermedades, la COVID-19 y la neumonía, la asistencia domiciliaria se presenta como una de las opciones más interesantes y efectivas en el cuidado y la protección de los colectivos más vulnerables.
En este sentido, la prevención es primordial. Conviene recordar a familiares y cuidadores lo importante que es conocer la gravedad de esta enfermedad. Es responsabilidad de todos prestar atención a los síntomas de la neumonía, cuidar la alimentación e higiene de las personas mayores, motivarlas a realizar cualquier tipo de actividad física (moderada), asegurarnos de que nuestro mayores se pongan la vacuna antineumocócica y de la gripe y protegerlos de los rigores de los climas fríos.