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La neumonía es un tipo de infección respiratoria aguda que afecta a los pulmones y se caracteriza por la presencia de síntomas como fiebre, tos, escalofríos y expectoración.  Aunque puede afectar a cualquier grupo de edad, en ancianos es más común que en personas de mediana edad. El alcance de la enfermedad dependerá de la existencia de factores de riesgo y del diagnóstico temprano para la puesta en marcha del tratamiento adecuado.

Según el lugar en el que se produce la infección, se puede clasificar en dos grupos:

  1. Neumonía adquirida en la comunidad: el contagio se ha producido fuera de un centro de salud u hospital. Diagnosticada en el momento oportuno y tratada con los fármacos adecuados, es una que presenta mayores facilidades de recuperación.
  2. Neumonía intrahospitalaria o nosocomial: es la que afecta a los pacientes que se encuentran hospitalizados por otras patologías, a los familiares que los visitan o a los trabajadores sanitarios. El principal problema de esta neumonía es que suele ser más resistente a los antibióticos y, en consecuencia, más difícil de tratar.

Causas de la neumonía

Pueden causarla varios microorganismos como lo son las bacterias, virus y hongos. La bacteria más frecuente es el Streptococcus pneumoniae o neumococo. Y en el caso de la neumonía atípica la bacteria más frecuente es el Mycoplasma pneumoniae.

El virus de la gripe también es muy frecuente como causa de neumonía. Y en cuanto a los hongos, el más habitual es el Pneumocystis jiroveci, que suele afectar a personas inmunodeprimidas.

También hay algunas enfermedades de base y otras circunstancias que pueden favorecer su aparición:

  • Enfermedad pulmonar crónica
  • Fumar
  • Trastornos cerebrales
  • Problemas del sistema inmunitario
  • Cardiopatías
  • Diabetes
  • Cirugía reciente
  • Traumatismo reciente

Esta enfermedad es una de las complicaciones más frecuentes entre las personas mayores de 60 años que están hospitalizadas por otras enfermedades. El reposo prolongado en la cama tras una operación también puede favorecer la aparición de la neumonía. Ello se debe a que, al estar acostado, el paciente tiene mayor dificultad para respirar o toser, por lo que la zona del pulmón no está bien ventilada y la mucosidad se acumula en los bronquios.

Además, las bacterias se propagan rápidamente entre las personas que tienen el sistema inmunitario debilitado o sufren desnutrición. Las personas mayores, con dificultad para deglutir, pueden tragar alimentos que producen inflamación en los pulmones y acaban por desencadenar una neumonía.