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Contacto

asistencia La reapertura social y la recuperación de las rutinas se presentan como una transición especialmente compleja en lo que respecta al cuidado y asistencia de ancianos. Este nuevo proceso de adaptación debe realizarse de manera saludable tanto para los cuidadores como para las personas que están a su cargo.

Desde diversas organizaciones, entidades e instituciones han establecido pautas de actuación para el cuidado de mayores en esta nueva normalidad; que pueden resultar de utilidad también en la asistencia domiciliaria. Las claves de esa transición beneficiosa para todas las partes implicadas en el cambio se pueden resumir en los siguientes puntos:

Limitar el contacto social

Aunque la nueva normalidad permite un mayor acercamiento a nuestro entorno, no podemos pasar por alto que este sigue siendo un grupo de población muy vulnerable. Lo ideal es facilitar el contacto entre familiares pero siempre en grupos muy reducidos y sólo con las personas con las que se tiene contacto habitual.

Mantener las pautas de higiene y distanciamiento

El empleo de mascarillas y el lavado de las manos son las dos únicas herramientas disponibles para minimizar el riesgo de contagio. Tanto los familiares, las cuidadoras, así como las personas dependientes, deberán respetar estas pautas básicas que forman parte de la nueva normalidad.

Tomárselo con calma

Durante muchos meses deberemos seguir conviviendo con el virus y con una manera de relacionarnos, de comunicarnos y de vivir que nunca se nos había planteado de esta forma. Es importante normalizar esas limitaciones y asumirlas como algo rutinario. El cambio no puede ser radical y es algo que se manifiesta en muchos otros aspectos: retomar la actividad física poco a poco, extremar la precaución frente a sol y las horas de exposición ya que nuestra piel está más sensible tras el confinamiento, mantener los buenos hábitos nutricionales y de descanso.

Emplear el sentido común

El virus es impredecible por lo que cualquier precaución es poca. Los cuidadores y las familias han de actuar siempre de manera responsable. Lo ideal sería que toda persona en contacto con personas mayores se sometiera a una prueba para corroborar que no está contagiada (recordemos el riesgo de los pacientes asintomáticos). Las reuniones muy concurridas siguen siendo un foco de contagio difícilmente controlable y en el caso de que haya personas mayores deberían extremarse las precauciones.

Perder el miedo

El riesgo sigue existiendo, pero no podemos permanecer confinados en nuestros hogares por tiempo indefinido. Siguiendo los protocolos de higiene y distanciamiento, las personas mayores y quienes se encargan de su cuidado deberán recuperar progresivamente sus rutinas. Un pequeño paseo diario, el reencuentro con amigos en el parque, la merienda en una terraza. La interacción social, siempre y cuando con las medidas necesarias, es fundamental para contrarrestar la ansiedad, el sentimiento de soledad, la inseguridad y la depresión que han podido acentuarse durante el confinamiento.