916 301 029
916 303 159
Contacto

Pese a existir un gran debate todavía en torno a los criterios diagnósticos que caracterizan la “fragilidad cognitiva“, ésta se puede definir como un estado de vulnerabilidad reversible, multidimensional, en el que coexisten de fragilidad física y el deterioro cognitivo leve, sin llegar a ser una demencia.

El estrés y los procesos inflamatorios

En este sentido, existen causas que pueden indicar que se pueda hablar de fragilidad cognitiva en la tercera edad. Entre ellos, el estrés, pues se interrumpe los procesos de recepción de insulina y actividades proteolíticas.

Dicha investigación se centra en todos los aspectos relacionados con la fragilidad y la sarcopenia en ancianos; así como los nuevos avances en los tratamientos relacionados, incluidos temas e investigaciones complejos.

Dada la imposibilidad de evitar el proceso de envejecimiento, es importante actuar de forma preventiva con intervenciones específicamente adaptadas contra los signos de enfermedad y discapacidad cuando estos procesos aún están a tiempo de tratarse.

La fragilidad es un proceso de envejecimiento patológico que es reversible y ocurre en una etapa intermedia entre las enfermedades relacionadas con la edad.

La fragilidad social en personas mayores también puede afectar la calidad de vida y la conectividad social.

¿Es lo mismo la fragilidad cognitiva que el deterioro cognitivo?

La respuesta es no, puesto que requieren perspectivas distintas.

Pese a que la actividad física, la movilidad, la energía, la fuerza y ​​el estado de ánimo están altamente relacionados con un estilo de vida saludable, la capacidad cognitiva no se correlaciona fuertemente con estos otros componentes y, por lo tanto, puede no ser parte de este tipo de fragilidad.

No obstante, existen diversos estudios que han encontrado múltiples factores de riesgo que causan deterioro cognitivo y se asocian con el desarrollo y empeoramiento de la fragilidad cognitiva en personas mayores:

  • Enfermedades cardiovasculares en personas mayores: diabetes o hipertensión. 
  • Deficiencias nutricionales, como por ejemplo un anciano sin apetito, desnutrición o deficiencia de vitamina D
  • Desequilibrio hormonal, que incluye problemas con la testosterona reducida o la resistencia a la insulina (p. ej., testosterona reducida, resistencia a la insulina)
  • Problemas de salud mental en personas mayores.