El envejecimiento de las personas se vive o se imagina como una pérdida, en donde lo único que nos espera es un final, vulnerabilidad y fragilidad. Esa pérdida está plagada de cambios físicos y psicológicos, por lo que la capacidad de adaptación al entorno disminuye y la dependencia de los demás, ya sean familiares, amigos o médicos, aumenta.depresión
Por estas razones, muchas personas mayores acaban desarrollando depresión en la tercera edad. Cuanto más pasan los años, más angustia les invade y pierden el interés por cosas con las que antes disfrutaban tanto.
Cada persona tiene que asumir su nueva circunstancia en la manera que pueda, si bien es cierto que todos somos interdependientes y que somos en relación a los demás, por lo que no se les puede exigir que esto ocurra de manera solitaria. Las sensaciones de comunidad, de pertenencia y de aceptación siguen siendo muy importantes en la tercera edad y durante toda la vida de una persona.
Para evitar la soledad y el desasosiego, la nostalgia y el malestar, aunque un paciente tenga depresión, si cuenta con personas que le cuidan y a las que pueda cuidar en la medida de lo posible, seguro que se sentirán mejor.
Se recomienda que la persona mayor participe, dentro de lo que le sea posible, en actividades y programas para mayores en los que realicen actividades físicas y se sientan en compañía por personas que están pasando por el mismo proceso.
Esto ayuda a que mejore y se eleve su autoestima, que es algo que influye directamente en cambiar hábitos como el del sedentarismo, el aburrimiento y el simple no hacer nada por desgana. Para ello, hay terapeutas ocupacionales y animadores socioculturales que pueden ayudarles.