Cuando llega el otoño, muchas personas sufren lo que se denomina ‘depresión otoñal’. Es un estado anímico que afecta tanto a jóvenes como a mayores. Quizá, a estos más porque su salud es más sensible en los cambios de estación, ya que su sistema de defensas es más delicado.
¿Y por qué sucede? Los expertos indican que se debe a que en otoño hay menos horas de luz y, por tanto, disminuyen los beneficios del sol. Esto acaba provocando un cambio hormonal, ya que hay un aumento del nivel de melatonina y una disminución de la serotonina en el organismo.
Lo que les sucede a los mayores con este cambio de estación es que muestran falta de interés por las cosas, concilian peor el sueño, están más irritables, pierden energía, baja su estado de ánimo y tienen cambios de humor. En los enfermos de Alzheimer, además, aumenta su desorientación y les crea mayor confusión temporal.
No obstante, estos síntomas van disminuyendo poco a poco, según vamos entrando en el otoño.
Las enfermedades más comunes con el cambio de estación son la hipotermia, la gripe y los resfriados.
Todas ellas se dan porque descienden las temperaturas, lo que provoca la bajada de la de nuestro cuerpo. Si sucede de forma brusca, los mayores sufren temblores, problemas al hablar, fatiga, ralentización de la respiración, cuerpo frío, falta de coordinación… Con la gripe hay que tener mucho cuidado, ya que puede derivar a pulmonía o neumonía.
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