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Con la llegada de la vejez el cuerpo tiende a resentirse, bajan nuestras defensas, empeoran nuestros reflejos y empiezan a aparecer algunas enfermedades, algunas de estas resultan un gran peligro para la salud de nuestros mayores, por eso hoy queremos mostraros las cuatro más peligrosas:

Leucemia mieloide aguda: Ésta sin duda es una de las enfermedades más mortales que existen. Con este padecimiento, la tasa de mortalidad en las personas mayores es más alta, por las condiciones preexistentes como la diabetes mellitus, hipertensióny enfermedad coronaria, entre otras.

Cáncer cervicouterino y de próstata: Estas enfermedades afectan a las mujeres y hombres mayores de 40 años, por lo que es importante llevar una vida sana, hacer deporte y hacerse revisiones periódicas para evitar este tipo de problemas.

Enfermedades cardiovasculares: Los padecimientos de este tipo más frecuentes son los infartos y cardiopatías isquémicas. Para evitarlas es importante llevar una vida sana, especial mención merecen la práctica de deporte y la dieta.

Por último, mencionaremos la neumonía, ésta consiste en una inflamación en el sistema respiratorio, que se genera por agentes infecciosos, que tiene un mayor impacto durante la vejez, debido a los cambios físicos y el debilitamiento del sistema inmune.

Leucemia mieloide aguda: La causa de la mayoría de los casos de leucemia mieloide aguda no está clara. Debido a que la mayoría de las personas con AML no presenta factores de riesgo que se pueden cambiar, en la actualidad no hay forma conocida de evitar la mayoría de los casos de AML o LAM.
El hábito de fumar es por mucho el factor de riesgo controlable más significativo para el desarrollo de AML. Además, dejar de fumar ofrece una mayor probabilidad de reducir el riesgo de que una persona padezca AML. Las personas que no fuman tienen además muchas menos probabilidades que los fumadores de padecer otros tipos de cáncer, así como enfermedades cardiacas, accidentes cerebrovasculares y algunas otras enfermedades. Se podría disminuir el riesgo de padecer AML al evitar el uso de productos químicos que causan cáncer, como el benceno. No obstante, la mayoría de los expertos concuerda que la exposición a químicos en el lugar de trabajo y en el ambiente parecen ser responsables de sólo un pequeño número de casos de leucemias.

La incidencia de leucemia aguda mieloide aumenta de forma notable en la población mayor de 65 años. La respuesta al tratamiento en el paciente de avanzada edad con LAM es pobre debido a que factores propios de la edad como deterioro en el estado funcional, baja reserva orgánica y comorbilidad lo catalogan, en la mayoría de los casos, como «no apto» para una quimioterapia intensiva. El comportamiento biológico de la LAM en las personas ancianas difiere del de los pacientes jóvenes; es más frecuente la LAM con antecedentes de síndrome mielodisplásico previo, las alteraciones citogenéticas de alto riesgo y la expresión de la proteína de multiresistencia a drogas, todo esto conduce a falla terapéutica y muerte temprana, o bien a refractariedad de la enfermedad. Es imperativa una detallada historia clínica a fin de identificar a los pacientes que se encuentran en condiciones médicas óptimas para recibir tratamiento quimioterápico. Fundamentalmente debe evitarse una larga estancia hospitalaria, así como medidas médicas invasivas. Una «aceptable» calidad de vida es el propósito principal a alcanzar en estos casos.

En los últimos años, mucho se ha avanzado en el tratamiento de la LAM; actualmente hasta el 70% de los pacientes con LAM, menores de 60 años, alcanzan remisión completa (RC); sin embargo, para pacientes mayores los resultados continúan siendo malos a pesar de nuevos medicamentos y nuevos esquemas de quimioterapia. En ellos la RC se observa en menos del 30% de los casos. En pacientes jóvenes se observan remisiones completas y prolongadas (mayores de cinco años) hasta en el 40% solo con quimioterapia, y del 40% al 80% en pacientes sometidos a trasplante de médula ósea, mientras que en pacientes mayores la sobrevida alcanza solo unos meses (seis de media) y el 10% sobrevive más allá de 10 años.

Cáncer cervicouterino y de próstata: Tal y como ocurre con otros tumores malignos, el pronóstico dependerá del grado de avance de la enfermedad, siendo en cualquier caso excelente si el diagnóstico se realiza cuando dicho tumor se encuentra circunscrito a la próstata. En el caso de los pacientes mayores de 75 años, aún con cánceres más avanzados, la expectativa de vida es cercana a 10 años, una expectativa de vida, cabe decir, similar a la que se tendría en ausencia de enfermedad.

Los programas de detección de cáncer en el cuello del útero en muchos países se detienen en torno a los 65 años y gran parte de su atención se centra a menudo en las mujeres más jóvenes, pese al alto número de adultas mayores diagnosticadas cada año. a medida que envejecen, las mujeres perciben a las revisiones del cérvix como menos importantes y no asisten a los análisis de detección, además consideran al cáncer como una enfermedad de mujeres jóvenes.
Aunque el cáncer cérvico uterino es el más común entre las jóvenes menores de 35 años, sigue afectado a las mujeres de todas las edades. Se ha estudiado que los exámenes regulares tienen el potencial de detectar temprano la enfermedad y reducir el número de víctimas mortales de cáncer cervical de forma notable.

Enfermedades cardiovasculares: Uno de los factores de riesgo más importantes para contraer enfermedades cardiovasculares es la edad. Es vital mantener los niveles de colesterol y triglicéridos bajo control, tener una dieta saludable, realizar ejercicio regularmente (lo que se pueda dentro de algunos casos), no fumar, no beber alcohol, controlar la presión arterial, controlar la diabetes, dormir bien, etc.

Neumonía: La prevención en el ámbito de la salud es fundamental, más todavía cuando nos referimos a personas de avanzada edad, un sector de la población mucho más vulnerable. En el caso de la neumonía en personas mayores, es fundamental tomar una serie de medidas preventivas, ya que esta enfermedad es contagiosa.

Estas son algunas de las medidas más efectivas para prevenir la neumonía en personas mayores:

La vacunación contra la gripe y contra la neumonía. La neumonía puede desencadenarse por una proceso gripal por ello es altamente recomendable ponerse la vacuna contra la gripe. En la actualidad existe una vacuna contra los neumococos que reducirá el riesgo de desarrollar la enfermedad.

La práctica de buenos hábitos de higiene. Lavarse las manos con frecuencia y mantener una correcta higiene bucal, ayuda a evitar la propagación de las enfermedades, ya que la neumonía está relacionada con la respiración y por tanto puede originarse en la boca.

Evitar fumar y el alcohol. El tabaquismo daña la capacidad de los pulmones para defenderse contra las infecciones y el alcohol reduce las funciones del sistema inmunológico.